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Bioestimulantes para lograr tomates más sabrosos

María Ángeles Pedreño

Catedrática de Fisiología Vegetal de la Universidad de Murcia (UMU)

Martes, 6 de mayo 2025, 00:53

El cambio climático condiciona nuestras vidas, nos cuesta acostumbrarnos a las altas temperaturas y a diferencias de más de 15 grados centígrados entre el día y la noche. En el caso de las temperaturas elevadas afectan más a las personas que son altamente sensibles, como los ancianos, los niños y las mujeres embarazadas. Algo parecido ocurre en las plantas, a las que el incremento de la temperatura afecta a dos etapas clave de su vida: la germinación y la floración. Este efecto es especialmente relevante cuando la planta ha alcanzado su desarrollo vegetativo, caracterizado por el crecimiento de tallos, hojas y raíces con los que reúne los recursos necesarios y se prepara para iniciar su transición a la fase reproductiva marcada por la formación y desarrollo de las flores y cuajado de frutos. Durante esta fase tiene lugar la polinización que permite la fecundación del óvulo por los granos de polen.

Este impacto negativo de la temperatura elevada sobre los granos de polen, el proceso de fertilización y el cuajado del fruto se produce en muchas especies hortícolas que se cultivan en la Región de Murcia. En el caso del tomate. Su grano de polen es muy sensible a las altas temperaturas, ya que cuando la temperatura supera los 30 ºC pierde su viabilidad y capacidad germinativa, lo que significa que se reduce la cantidad funcional disponible para fertilizar las flores. Además, una temperatura elevada reduce la tasa de fertilización, al interferir en la germinación del polen en el estigma de la flor y en el crecimiento del tubo polínico hacia el óvulo. También reduce la actividad de las hormonas responsables del cuajado del fruto, comprometiendo su desarrollo inicial lo que conlleva la caída de las flores o incluso el aborto de frutos recién formados, de modo que disminuye significativamente la productividad del cultivo.

Un manejo agrícola adecuado del cultivo que proporcione sombra o mejore el sistema de ventilación del invernadero, con un riego eficiente, la aplicación de potasio para fortalecer el desarrollo de los frutos, o de hormonas vegetales esenciales para el cuajado de frutos, pueden ayudar a mitigar los efectos perjudiciales del estrés térmico.

Un manejo agrícola adecuado y la utilización de variedades de semillas tolerantes al calor ayudan a mitigar los efectos perjudiciales del estrés térmico

La utilización de variedades de semillas de tomate tolerantes al calor también puede mitigar estos efectos negativos de las altas temperaturas. Sin embargo, estas nuevas variedades de tomate que destacan por su tolerancia a la alta temperatura y por su buena apariencia no tienen el sabor que caracterizaba a las variedades tradicionales que se cultivaban antiguamente.

Una solución para rescatar a esas variedades tradicionales de tomates sabrosos consiste en el uso de productos antiestrés, como los bioestimulantes vegetales que fabricamos a partir de células vegetales que se cultivan en nuestro laboratorio, y que aplicamos bien en semillas o en plántulas de tomate para que se induzcan respuestas de defensa para sobrellevar este estrés. De este modo adquieren tolerancia y reducen la pérdida de productividad de este cultivo, tan importante en nuestra Región.

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